ESPECIAL 25 AÑOS: AYRTON, BERGER Y LOS "AÑOS BOND"


Después de sus traumáticas temporadas 1988 y 1989 en Fórmula 1, durante las cuales debió lidiar con Alain Prost como compañero de equipo en McLaren, Ayrton Senna pudo disfrutar los años que siguieron cuando un amigo suyo, el austríaco Gerhard Berger se unió al equipo en reemplazo del francés. Ambos pilotos vivieron con enorme desprejuicio esos años, de 1990 a 1992 -especialmente el brasileño, liberado de la presión que implicaba tener que derrotar a Prost en cada Grand Prix- y las bromas que allí se gastaron son ya legendarias. Tanto que Berger recuerda aquel periodo como “los años James Bond”.

“Teníamos una muy buena vida. Todo lo que era posible tener desde el punto de vista material: aviones, helicópteros, fantásticas residencias y grandes campañas. Solo después, reflexionando, descubrí qué vida fantástica tuvimos. Vivimos la clase de vida que solo se ve en las películas de James Bond… Pero aún en las películas de Bond siempre hay una tragedia y, desafortunadamente, Ayrton jugó el rol del héroe trágico", dijo Berger hace unos años en el libro “La Vida de Senna”, de Tom Rubython.

“Recuerdo en una ocasión en que lo visité en Brasil, decidimos usar el helicóptero para ir a nadar. Aterrizamos en la playa, causando un caos total: levantamos tanta arena que nadie podía ver nada… Con calma bajamos, fuimos a nadar y después nos volvimos al helicóptero. Podría decirse que éramos un poco infantiles, ¿no?”.

Las bromas fueron fuertes. En una ocasión, saliendo de Monza en helicóptero, Berger le quitó el portafolios al brasileño, repleto de documentación y efectos personales, y lo arrojó por la ventana. Senna se había vanagloriado de que su portafolios, construido en fibra de carbono, era indestructible. Lo era: sobrevivió al impacto y fue encontrado más tarde...

En Japón, mientras viajaban en un tren de alta velocidad rumbo a una cena con sponsors, Senna llenó con espuma de afeitar los zapatos de gala de Berger; el austríaco llegó a la cena vistiendo smoking pero calzado con zapatillas…

A los pocos días, en Port Douglas, antes de un GP de Australia, Berger llenó la cama de Ayrton con animales autóctonos. Al día siguiente, el brasileño lo increpó:

-¡Me pasé las últimas 12 horas cazando ranas en mi habitación!

-La víbora… ¿la encontraste?-fue la respuesta. 

La respuesta llegó un día más tarde: Senna hizo dejar en el cuarto de Berger una horma de queso francés de fuerte aroma. A la noche, la atmósfera era insoportable. 

En otra ocasión, Berger le robó el pasaporte a Senna y le cambió la foto por una muy picante: la de un miembro masculino… El brasileño se enteró recién cuando enfrentó a un oficial de Migraciones. Salvado el problema, Ayrton se vengó pegando con goma todas las tarjetas de crédito de su amigo, dejándolas inutilizables… 

En una cena ofrecida por McLaren durante otro GP de Australia, en 1990, los invitados comenzaron a empujarse unos a otros a la piscina del hotel. Senna arrojó un vaso de agua a la cara de Berger y escapó a refugiarse en su habitación. El austríaco decidió contraatacar. Con un poco de ayuda creó una extensión para un gran matafuegos que descansaba en el pasillo y apuntó a la puerta del cuarto de Senna. Abrió la válvula a las 3 de la mañana: la puerta voló, el cuarto se destruyó y Senna, que estaba durmiendo, salió desconcertado por la ventana. “Parecía como una bomba que había explotado en el cuarto. La confusión despertó a mucha gente que empezó a gritarle a Senna por hacer tanto ruido. Quedó completamente avergonzado”.

A diferencia de Prost, Senna nunca vio a Berger como un rival directo. Pero hizo lo suyo para asegurarse siempre una diferencia. El austríaco, que venía desde Ferrari, llevó con él a su ingeniero de pista, Giorgio Ascanelli. Senna, entonces, reclamó que el técnico italiano trabajara solo con él y Ron Dennis, el titular de la escuadra, le concedió el deseo. Con Ascanelli, Senna conquistó el título en 1991 en franca lucha con Nigel Mansell y Williams; en el GP de Japón, cuando el despiste del inglés le aseguró la consagración, Senna recibió por radio un pedido del equipo: que dejara vencer a Berger. El brasileño cumplió la directiva, pero recién en la última curva entregó la vanguardia…

Después de tantas bromas, Senna protagonizó un gesto enaltecedor con Berger. A comienzos de 1992, el brasileño se enteró, de boca de Soichiro Honda, que la casa japonesa dejaría la Fórmula 1 a fin de temporada. Honda se lo informó primero al piloto y luego a Ron Dennis. Y Senna se lo confió a Berger, alentándolo a salir del equipo. El austríaco priorizó los millones que Ferrari le ofreció para 1993; Senna quería el éxito y en ese momento la lógica era Williams: se ofreció a correr de manera gratuita (como se puede ver comprobar aquí) pero no toleró la idea de compartir otra vez un equipo con Prost y resistió un año más en McLaren.

Gerhard Berger protagonizó su accidente más duro en Fórmula 1 en la curva de Tamburello (Imola) durante el GP de San Marino de 1989. Salió relativamente ileso de un incidente que pudo costarle la vida. Cuando Senna lo telefoneó para saber cómo se encontraba, un día después, Berger fue categórico: “Ayrton, tenemos que cambiar ese muro, es muy peligroso”.

Al poco tiempo, en un regreso a Imola para unos tests, recorrieron juntos la zona. Descubrieron que la cercana presencia del río Santerno, detrás de la curva, impedía hacer algo con el muro. 

-No podemos hacer nada pero alguien se va a morir en esta curva- fue la reflexión del austríaco. 

Cuatro años más tarde, fue el último piloto en ver a Senna mientras lo mantenían artificialmente con vida, en el Hospital Mayor de Bologna. 

Los Años Bond ya son parte de la mitología de la Fórmula 1.






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