En octubre de 1993, tuve la oportunidad de entrevistar a Ayrton Senna mano a mano, acompañándolo desde el aeropuerto de Ezeiza al centro de Buenos Aires, dónde iba a dar una conferencia de prensa. La entrevista se publicó seis días más tarde, cuatro páginas en la legendaria revista El Gráfico, que por entonces era la revista argentina más conocida en el mundo. Faltaban dos Grands Prix para terminar la temporada y era un secreto malamente guardado que dejaba McLaren para correr con Williams en 1994. Pero más allá de lo estrictamente deportivo, charlamos sobre la fama, el dinero, el reconocimiento, la religión, Fangio y, también, sobre su vida futura -sin saber que, esa jornada, le quedaban apenas 207 días entre nosotros- y sobre la muerte. Pero, a 25 años de aquella tragedia, este es un Ayrton vivo, resuelto, y la entrevista es un pequeño fresco del personaje, que vale la pena repasar en detalle: a la luz de lo que sucedió más tarde, algunas respuestas son muy ilustrativas.
A solas con Ayrton Senna: Pasó rasante por Buenos Aires y compartimos media hora de sabroso diálogo, no solo sobre automovilismo.
¿Preguntas? No. Sensaciones. Eso es lo que aspiro a recoger cuando Ayrton Senna empuja su carrito de bolsos en Ezeiza, en el mediodía del miércoles 6 de octubre. Algunos lo reconocen, otros le piden un autógrafo, se escucha un tímido coro de aplausos. ¿Preguntas? Sí. Pero también sensaciones. Quiero saber quién es Ayrton Senna (33 años, paulista, triple campeón del mundo de Fórmula 1, probablemente el mejor piloto de la última década), pero también cómo es. Si es frío y desagradable o amable y honesto. Si desaira con su pose o destila humildad. Si es simpático. O agrio. Si es agradable o no conversar con él.
Se acomoda dentro de la monumental van de Marlboro, que lo trajo al país por apenas 24 horas, y me presento. Compartiremos su bucólico traslado desde el aeropuerto hasta el hotel Hyatt, dónde se hospedará y en el cansino tránsito de la autopista habrá una magnífica aunque mezquina chance de palpar los pliegues de su sensatez. ¿Lo lograremos?
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-Usted anunció su salida de McLaren para 1994. ¿Tiene ya firmado su contrato con Williams?
-No puedo comentar asuntos futuros sobre otro equipo, porque es prematuro.
-¿En algún momento pensó seriamente pasarse a Ferrari?
-Lo único que puedo asegurar ahora, respecto del año próximo, es que voy a correr. ¿Para qué equipo?, no es el momento aún de hablar. ¿Está bien el portugués para vos?
(Sí, claro, él contesta en portugués, yo pregunto en portuñol, si habláramos en inglés acaso nos entenderíamos mejor pero no sería tan cálido. No tiene un gran físico, parece en verdad un niño engrandecido. Habla con calma, es meduloso, no se equivoca al doblar con sus respuestas...)
-¿Es cierto que usted se comunica semanalmente con Frank Williams?
-Conozco a Frank desde 1983. En verdad, Williams fue el jefe de equipo que me dio la primera oportunidad de manejar un Fórmula 1, en julio de 1983. Desde entonces, quedamos amigos, hay una relación permanente a partir de mi entrada a la F-1. Pero no es la única persona con la que tengo contactos. Dentro de mi trabajo, convivo no solo con mi propio equipo, sino con los demás, Williams, Ferrari, Benetton.
-¿Qué sensación despierta, en un multicampeón como usted, sentarse a conducir un coche que sabe que no tiene ninguna chance de ganar?
(Hace un gran silencio. Da la impresión de que no está pensando la respuesta, sino ubicando las palabras exactamente para sintetizarla)
-Es una experiencia más en la carrera de un piloto. Naturalmente, no es la mejor de todas. Lógico que después de haber vencido tres años, siendo el mejor en la Fórmula 1, solo encuentro sentido en competir para vencer. Este año no puedo hacerlo por una razón técnica y es difícil convivir en una situación así. Entretanto, lo más importante es aprender, a través de una dificultad, como es la de este año, para preparar el futuro.
-¿Qué opina del retiro de Prost?
-(La respuesta es institiva pero cordial) Prefiero no hacer comentarios.
-¿La salida de Prost le quita motivación a usted?
-No, no hace diferencia para mí.
-¿Se siente ya el campeón del mundo de 1994?
(Es la primera vez en la entrevista en que se ríe con soltura. Porque quiere remarcar su humildad aunque uno supone que la pregunta, en el fondo, lo halaga).
-Mire, el campeonato del '93 está decidido. Pero faltan dos carreras para terminarlo y después nos espera el planeamiento para el que viene. Es imposible prever lo que va a acontecer; lo único ciertoe s que voy a competir.
-¿Cuál fue el momento más feliz de su temporada?
-Las tres victorias del '93 tuvieron algo especial: en Brasil, por ser mi tierra; en Donington, con la lluvia, le saqué una vuelta al resto; en Monte Carlo, por el valor de todas las conquistas, mi sexta victoria... ¿o quinta victoria?
-La sexta.
-A ver, espere... 1987, 88, 89... no, 1987, 89, 90, 91, 92 y 93. ¡La sexta victoria! Es un record absoluto: fueron cinco consecutivas y seis en total. Es una marca que va a permanecer por lo menos hasta el 20900, por eso también tiene un significado especial.
-¿Qué es lo bueno de ser famoso y qué es lo malo?
-Lo bueno es estar rodeado de chicas bonitas -bromea- pero el problema es que a veces se sufre la falta de privacidad. La verdad es que el lado positivo hasta hoy, en mi vida, fue más grande que las dificultades. Vale la pena.
"Los argentinos son tan locos por las carreras de autos como los brasileños"
-Entre 1992 y 1993 ganó 36 millones de dólares corriendo en Fórmula 1. ¿Qué representa el dinero para usted?
-¿Los gané? -y echa mano otra vez a la sonrisa disuasiva, pero pronto se queda jugueteando con la palabra mágica- Dinero... el dinero que vos ganás es otra manera de lograr el reconocimiento de las personas con las que vos trabajás. La "torcida" expresa una aprobación personal a mi labor, fundamental para un deportista. Pero además de ese aliento está la felicitación de las empresas para las que trabajo: yo tengo el privilegio de poder representar sus marcas y ellas de reconoce mi trabajo. Su vehículo es el dinero.
-Entonces, cuando en 1992 se ofreció a correr para Williams sin dinero de por medio, ¿estaba bromeando? ¿O lo hubiera hecho?
-(Creí que se iba a espantar con la pregunta. Pero lo tomó muy en serio) ¡Por supuesto que fue verdad! El dinero es importante para mí solo hasta un cierto punto. Justamente porque, tras ganar varios campeonatos, con una posición económico-financiera estable para el resto de mi vida, lo importante para mí era continuar haciendo lo que me gusta. Y lo que más me gusta es participar en condiciones reales de vencer. Estaba claro que Williams tenía una ventaja técnica muy grande y que era casi imposible competir "contra ellos". Por eso inicié la tentativa de correr "con ellos", con Prost, por ejemplo, en igualdad. Esa fue una situación, digamos así, muy particular y excepcional.
-¿Qué es lo que más disfruta en un auto de carrera?
-Sentir la velocidad.
-¿Las carreras lo son todo para usted?
(No me deja terminar la pregunta, me mira con algo de sorpresa, como si lo creyera un robot con motor doce cilindros en lugar de corazón)
-... ¡Lógicamente! Creo que nadie conseguiría competir, eh... diez años en la Fórmula 1, como profesional, en un alto nivel, viviendo apenas para las carreras. Hay que tener una vida personal, familiar, de amigos, para poder encontrar el equilibrio, tan imprescindible para este trabajo. Felizmente, yo engo una familia increíble. Y Brasil para mí lo es todo: mi tierra, mi casa. Me gusta particularmente retornar a Brasil, entre carreras o entrenamientos, para recargar mis baterías y volver a las competencias.
-¿Usted demostró tener un sentimiento religioso profundamente marcado. ¿Manejando autos se siente en contacto con Dios?
(Sospecho que la pregunta no le gusta. Por única vez mira por la ventanilla, quitándome los ojos de encima, después de haberme pedido que le repitiera la pregunta con un gesto que mezcla la decisión de mostrar su extrañeza y su naciente disgusto. Por una vez en la vida voy a doblar delante de Senna con riesgo de que me saque fuera de la pista)
-Mire, yo creo en Dios -se descuelga a fondo, sin rozarme- pero no solo cuando conduzco un coche de carrera, sino todos los días. El es parte de nuestra vida. Pero es apenas una cuestión de creer, tener fe y buscarlo.
-Se lo preguntaba porque usted dijo alguna vez que en una oportunidad, clasificando en Mónaco, había tenido una experiencia mística…
-No fue una experiencia religiosa, sino una vivencia personal mía: sentí que estaba cumpliendo una perfomance por encima de lo normal, como si me estuviera desenvolviendo más allá de mi conciencia…
-¿Nunca pensó que podía morirse arriba de un auto de Fórmula 1?
-La muerte forma parte de mi vida. Eso me preocupa, ciertamente. La diferencia entre mi trabajo, el de un piloto de Fórmula 1, y el de una persona más normal, es que a gente (la gente, la manera en que se nombra a sí mismo) aprende a vivir con el peligro de una forma más íntima, más natural. Ser consciente del peligro de salirme de pista, de lastimarme, de matarme, hace que establezca limitaciones, límites que procuro no superar, porque sé que de ahí en adelante –hace señas con sus manos, las mueve didácticamente delante de mis narices- el riesgo es demasiado. Por eso es muy importante tener siempre presente el riesgo, el umbral de la salud o el golpe.
(Sentimientos. Por un momento parece que el jovencito que está frente a mí puede ser el hombre más rápido sobre la tierra. El más valeroso. El dueño del carácter más firme y terminante)
-¿Hasta cuando va a seguir corriendo?
-Hasta que sienta un placer mayor por alguna otra actividad. Lo haré siempre que sienta el deseo de manejar un coche en forma totalmente competitiva. El día que vea que mi competitividad, mi motivación, caiga o disminuya, dejaré de hacerlo.
-¿Cómo piensa ocupar su tiempo cuando no ya no corra?
-(Se entusiasma como un chico) Tengo muchas cosas en la vida que gusto de hacer y estoy creando muchas otras alternativas para el futuro. Querré estar más con mi familia, con mis amigos, me gusta mucho mi casa en la playa, el jet-ski, el placer... En el ámbito de los negocios estoy desarrollando algunas ideas desde hace unos años, la Ayrton Senna Business ha crecido mucho, sobre todo en Brasil. Las estoy preparando para transferir sobre ellas toda mi atención, toda mi concentración.
-¿Tendría una escudería propia de Fórmula 1?
-No. En la Fórmula 1 solo me gusta manejar un coche.
"Si después de tantos años la Argentina volviera al calendario mundial, sería fantástico tanto para la Fórmula 1 como para el país, porque con Brasil podrían crear una dupla excitante".
-Usted no vio correr jamás a Juan Manuel Fangio. Sin embargo, nunca ocultó su máxima admiración por él. ¿A qué se debe?
-Porque él no solo fue el mayor ganador de todos los tiempos, con cinco títulos, sino que lo logró en una época de las carreras donde el estilo con el cual se manejaba, se competía, se vencía, era lo más importante. No son solo sus victorias, sino las actitudes, el comportamiento suyo, como profesional y como hombre, los que marcaron mucho a nuestra generación. Creo que yo, que teóricamente tengo posibilidades de alcanzar su record, o cualquier otro piloto, no vamos a poder derribar lo que él construyó. Los cinco títulos mundiales le pertenecen, son suyos.
-¿Podrá igualar o superar su record?
-Con tres títulos del mundo, podría hacerlo. Sé cuán dificultoso fue ganar tres títulos, y tengo conciencia de lo duro que sería ganar más campeonatos. Es muy difícil. Pero no imposible.
-¿Usted es el mejor piloto del mundo?
-Me parece que todo piloto de Fórmula 1 cree en sí mismo, en su potencial, su talento, sus cualidades necesarias para vencer. Si no fuese así, sería imposible mantenerse en una atmósfera tan competitiva. Me parece que, después de haber ganado tres títulos, lo más importante es la forma en la que se gana, el estilo. En un mundo dónde la Fórmula 1 tiene tanta penetración y llega a tantos chicos y jóvenes, lo importante es transmitir un mensaje honesto. Yo siento una responsabilidad con los jóvenes. Por eso entiendo que lo importante es el estilo con el que se hacen las cosas.
-¿Cuál es su máximo sueño?
-Mi sueño no está ligado directamente a mi vida profesional sino personal. Es que un día me case nuevamente, establecer una extensión de mi familia actual, tener hijos, saber qué es lo que hacen, qué les gusta, educarlos.
-¿Falta mucho tiempo para eso?
-No sé cuánto tiempo. Yo sólo sé lo que va a pasar. No cuándo.
(¿Respuestas? ¿Sirven para algo? Es Ayrton Senna, tricampeón del mundo, un personaje tan sencillo como hábil. El hombre que logró ser más importante que el auto de carrera).
-La última. ¿Te gustan los autos subvirantes o sobrevirantes?
-No, me bastan con que tengan charme...
Publicada en El Gráfico, edición n° 3862 del 12 de octubre de 1993
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