MÓNACO, LA JOYA DE LA CORONA


Mónaco es el confín en el que hacen esquina la alta sociedad y la alta velocidad. Aquel oasis templado para aristocráticas ancianas británicas en torno al cual creció el Grand Prix de Fórmula 1 se transformó en un paraíso impositivo que desborda de millonarios, deseosos de ser observados al derrochar su dinero. Y el principado de los Grimaldi propone innumerables ocasiones para derrocharlo. Especialmente en el último fin de semana de mayo, cuando encontrar un lugar para estacionar tantos Ferrari, Lamborghini y Bentley es más difícil que conseguir la pole position.

El Grand Prix de Mónaco es una carrera incómoda. “Es como andar en bicicleta por el living de tu casa, chocándote con la mesita y los sillones”, graficó alguna vez el ex tricampeón brasileño Nelson Piquet. Todo se aprieta en torno a la rutilante bahía, y acaso ése sea el principal motivo de atracción: todo el mundo se siente en Mónaco como si estuviera en un ring-side. En ninguna otra competencia es posible vivir desde tan cerca el vértigo y la excitación de los fierros. Por esa experiencia hay que pagar en consecuencia.

Tanta atracción provoca que a la Fórmula 1 le importa Mónaco más que ninguna otra carrera de su calendario, al punto de que se asegura que es la única sede del Mundial que no paga un derecho por recibir al multitudinario circo, a diferencia de estrambóticos destinos, como Azerbaiján y Singapur, que abonan 70 u 80 millones de dólares por su fecha. “Es un rumor”, afirmó el príncipe Alberto de Mónaco en la última edición del house organ de la FIA. “Quizás el fee no sea tan alto como en los otros GP, pero existe. Bernie Ecclestone siempre decía que era muy consciente de lo que Mónaco le daba a la Fórmula 1, y por eso era cuidadoso en las negociaciones, pero siempre nos hizo pagar lo que reconocía era una cifra justa. Hay que entender lo que el GP de Mónaco representa históricamente; no hemos sido favorecidos indebidamente y pagamos lo que tenemos que pagar”, explicó.

Deben de ser los únicos: la gente paga más que en cualquier otra carrera. Las entradas corrientes para el Gran Premio cuestan entre 450 y 750 euros por los tres días de actividad, pero siempre hay oportunidades de gastar mucho más: los organizadores ofrecen balcones en los edificios que dan al Boulevard Albert 1er, donde se larga la prueba, por entre 1800 y 3000 euros para el sábado y el domingo, con almuerzo y champaña. Y los que quieren verdadero batifondo pueden abordar el Turquoise, un yate de 55 metros de eslora: hay 250 lugares para asistir a la fiesta real del viernes (con la presencia del príncipe) y la carrera, a razón de 22.000 euros per cápita con canilla libre. Mónaco espera esta cita para atracar a sus visitantes: siempre hay quejas pero nada cambia.

Los millonarios pelean por marinas para sus yates: las más accesibles cuestan desde 15.000 euros por día, pero las máquinas de F. 1 no pasan cerca; un buen amarre para este fin de semana pudo costar más de 150.000 euros. Sólo aseguran sol mediterráneo y diminutos trajes de baño: todavía se recuerda el escándalo que el actor galés Richard Burton produjo en 1967 –el año en que Aristóteles Onassis dejó de ser el socio del príncipe Rainiero en el casino de Montecarlo–, cuando no consiguió los pases necesarios para caminar por los boxes y quedó confinado a la prisión de lujo que entonces le pareció su yate...

Fue en Mónaco donde The Beatles se fotografió con Jim Clark, medio siglo antes de que Justin Bieber subiera al podio para celebrar el último triunfo de Lewis Hamilton. Pese a la ominosa presencia de los guard-rails, tiene un relativamente envidiable récord de seguridad. “Se decía que era un circuito anticuado ya cuando yo corría”, asegura sir Jackie Stewart, que dejó la Fórmula 1 en 1973... “Sigue siendo el circuito más espectacular de todos”, afirma.

Para muchos pilotos es la carrera local. Nueve de los 20 que correrán hoy residen en Mónaco: Lewis Hamilton, Valtteri Bottas, Daniel Ricciardo, Max Verstappen, Felipe Massa, Stoffel Vandoorne, Daniil Kvyat, Nico Hülkenberg y el reaparecido Jenson Button. Y los que no viven allí se hospedan normalmente en el hotel Columbus, construido en 2001 por un colega, el escocés David Coulthard, ya retirado. En la semana del GP, la habitación más económica (si es que alguna lo es en el principado) allí cuesta 500 euros por noche. También el campeón del mundo vive en Mónaco: Nico Rosberg se retiró del automovilismo pero no de las calles del principado. Por primera vez desde que la abandonó, volverá a toparse con la Fórmula 1, sólo porque el circo va a correr a la puerta de su casa... “Será una experiencia emocionante volver a ver a toda la gente”, afirmó en la semana. Eso le saldrá gratis...



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