LA NOCHE DE FERNANDO ALONSO: ESA TREMENDA BATALLA EN LE MANS QUE LE DIO LA VICTORIA EN LAS 24 HORAS


(Comienza la semana de Le Mans: un año atrás, Fernando Alonso elaboró una de sus mejores producciones al volante, como describí en una nota publicada entonces, revisitada para acompañar el momento. Tendremos notas sobre la gran carrera a lo largo de toda la semana...)

La maldición finalmente se quebró. Después de 20 participaciones desde 1985, el mayor fabricante de autos del mundo, Toyota, alcanzó el logro en las 24 Horas que perseguía casi con desesperación. Los dos autos que inscribió en la carrera, los TS050 híbridos con motores V6 biturbo de 2400 cm3, se disputaron la punta a lo largo del día y la noche en el clásico francés, y al cabo el coche N° 8, autor de la pole position y tripulado por el español Fernando Alonso, el suizo Sebastien Buemi y el japonés Kazuki Nakajima, venció por dos vueltas de ventaja al N° 7 del cordobés José María López, el inglés Mike Conway y el nipón Kamui Kobayashi.

Uno de los momentos más vibrantes de ese duelo fue el que entablaron durante la noche el bicampeón mundial Alonso y López. La distribución de los turnos de manejo que dispuso Toyota para la prueba determinó que, en general, ambos que se conocían muy bien desde la época del programa Renault de desarrollo de pilotos– coincidieran en la pista: y esa comparación sin dudas enalteció la tarea del argentino.

Aquella batalla arrancó de madrugada. Alonso trepó a su auto a la 1.29 del domingo 17 [de junio de 2018]. Sabía que el N° 8 estaba dos minutos detrás del N° 7, básicamente a raíz de una penalización sufrida cuando piloteaba Buemi. "Pensé que si no reducía la diferencia en ese momento, se nos haría muy difícil pelear la carrera", reconoció más tarde el español. Cuarenta minutos más tarde, López reemplazó a Conway en la conducción del Toyota N° 7 al cumplirse la vuelta 182. Desde ahí, hasta el giro 214, cuando Alonso dejó el volante a las 4, se vivió un combate de casi dos horas solo interrumpido por banderas amarillas en distintas zonas del circuito y por las detenciones necesarias (cada 11 vueltas) para reabastecer las máquinas. Un duelo de más de 400 kilómetros disputado a 240 km/h.

El estudio de los tiempos de vuelta muestran cómo Alonso logró reducir la diferencia de 1m44s que había en el giro 183, cuando López cumplió su primer giro en ese stint nocturno, a 44s682 dos horas más tarde, en el momento en el que el español fue relevado por su compañero Nakajima.

Durante ese período, Alonso logró girar 5 vueltas por debajo de los 3m20: en las 188 y 189 repitió un 3m19s1 remarcable, teniendo en cuenta que el récord de vuelta de la carrera fue 3m17s6 señalado por Buemi en hora diurna. López solo pudo girar en los 3m19 en dos ocasiones (vueltas 199 y 201), intentando poner un freno al déficit. El español giraba más consistentemente en el orden de los 3m20/3m21 (en ese lapso encerró 14 giros de su turno), mientras que el cordobés solo marcó 7 vueltas en el orden de los 3m21.

La noche es un período truculento para correr en Le Mans: el asfalto se enfría y cuesta mucho más mantener la temperatura de los neumáticos, especialmente cuando hay necesidad de "estirar" su uso, para cumplir al menos cuatro stints (unas 44 vueltas, unos 600 kilómetros): la fricción puede calentarlos, pero también los desgasta más rápido de lo necesario. Eso sin considerar el numeroso tráfico con el que hay que lidiar: los Toyota eran los dos autos más veloces de las 24 Horas pero todavía quedaban en el largo circuito de más de 13 kilómetros una cincuentena de máquinas de las que disponer un giro tras otro.

Ese 1m44s de diferencia en la vuelta 183 cayó a 1m29s5 en el giro 190. En la vuelta 200, la distancia entre el líder López y su escolta Alonso era de 1m14s9, y diez giros más tarde, en el 210, la ventaja había caído a los 45s9.

López lo explicó claramente más tarde: "Yo estaba en la vanguardia y corría a riesgo cero, mientras que él sí venía arriesgando". La prueba: el cordobés había marcado 3m17s980 en el giro 114, cuando la noche aún no había caído.

Alonso dio su versión al diario español El País: "De noche hay algún problema con la baja temperatura y yo suelo calentarlos (los neumáticos) un poco más que ellos (…) A veces hay que tirar y aprovechar el momento, tirar al máximo, encontrar ese ritmo y esa suerte con el tráfico que suele marcar los tiempos. Afortunadamente todo salió bien".

Al cabo de la carrera, el cordobés apuntó: "El equipo nos dejó correr, nos respetamos y nos cuidamos". Fue el piloto del equipo japonés que más vueltas condujo en la prueba: 139.

En la vuelta 214, Alonso le dejó la butaca a Nakajima. A López le quedaba todavía un stint: continuó hasta el giro 226, ya con las cubiertas al final de su vida útil. La diferencia había caído a los 11s9. En la vuelta 254, el N° 8 pasó a la punta. El auto de López, Conway y Kobayashi habían liderado en continuado desde el giro 102. Desde ese momento y durante las siguientes dos horas el N° 7 solo accedía a la punta cuando el N° 8 se reabastecía. Luego, a 90 minutos del final, Kobayashi olvidó llamativamente que debía reabastecerse, tuvo que rodar a baja velocidad la vuelta siguiente para evitar quedarse sin combustible y entonces se estableció la diferencia definitiva.

López, sin duda, mostró su clase; pero la calidad de Alonso pudo más.

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