Hockenheim, un valle de asfalto taladrado en un aromático bosque de pinos a orillas del Rin, por 22 trepanadoras multicolores en idioma de 17.000 revoluciones por minuto y ahogado en un vendaval de cabezas de queso rojas como la Ferrari de Michael Schumacher. Hockenheim: no hay fanatismo que pueda compararse con el amor por este Schumi de las gorras, las banderas y los posters, una entrega sin cura y sin remedio.
Pero en Hockenheim no todas las gorritas son coloradas. hay una verde agua, con el número 17 bordado en bermellón que descansa sobre una cabecita madura. El TAG-Heuer plateado con filetes de oro marca poco más de las diez y la pequeña cicatriz sobre el lado izquierdo del labio superior, producto de un viejo incidente a bordo de un Fiat 600, se mueve imperceptible. Pero se deja escuchar:
"En la clasificación el Sauber estaba muy duro, así que pedí ablandarlo y aceptaron mi sugerencia. Acerté, al punto que en tanques llenos fui seis décimas más rápido que Johnny Herbert, que seguía con el auto como en la clasificación. Mejoró mucho en el Motódromo, donde perdíamos tanto tiempo. Yo quiero terminar esta carrera, ojalá que pueda estar en los puntos...".
Sauber celebra la decisión, pero lamenta que el argentino largue desde el 18° lugar.
Hockenheim, 14:04 horas, cuando los motores suenan a pleno y los alemanes deliran entre cerveza, salchichas y ruido, para Norberto Edgardo Fontana (22) va a acabar una historia que empezó una semana atrás. El Grand Prix de Alemania está en marcha
Gritos y susurros
-¿Van a venir a verme? Mirá que al Sauber lo voy a acelerar todo...
Aun antes de que la escudería le confirmara que correría el Gran Premio de Alemania, Fontana estaba convencido de su presencia. El diálogo transcurría el miércoles, cuando el argentino descansaba en la casa de Rafael Calafell -su manager en sus primeros días de carrera en Europa- en Schwarzenbruck, a 250 kilómetros de Hockenheim, y mataba el tiempo yendo al gimnasio.
La seguridad que tenía Norberto era descomunal, pese a que su temperamento había aflorado en un par de episodios dentro del equipo suizo. Todo comenzó tras la carrera de Silverstone, hace dos semanas: el arrecifeño se plantó ante Peter Sauber cuando éste, en lugar de elogiar su noveno puesto final, le recriminaba supuestos errores.
-Mire, cortémosla acá... Si no me quiere más, libéreme del contrato y me voy a Japón...
-No, está bien, tranquilizate... -le respondió Sauber.
El contrato que los vincula es renovable cada año y tiene vigencia hasta el 2000.
Cuatro días más tarde, en Monza, la bronca fue dirigida contra Max Welti, el director deportivo, que pretendía hacerlo ensayar una largada cuando aún el embrague del C16 estaba roto. Norberto aceleraba en la recta para evitar que el motor se parara mientras miraba, de reojo pero muy serio, a Welti, en un momento que se tornó tenso.
Con todo, después de un fin de semana de playa cerca de Viareggio, en Italia, dónde el piloto argentino hizo fondo en la arena y se distrajo jugando al metegol, el lunes, Beat Zehnder, team manager de Sauber, brindó instrucciones.
-Norberto, tenés tu habitación reservada en el hotel Walkershof, en Reilingen, cerca del circuito. Yo te voy a llevar unas plantillas nuevas para tus botitas, porque sabemos que te sentís más cómodo con ellas.
De correr, ni hablar. Recién el jueves por la mañana llegó la confirmación oficial. La demora no parece haber sido fruto de una actitud revanchista por la muestra de carácter sino, simplemente, una espera hasta el momento en que Gianni Morbidelli se efectuó un chequeo de su brazo en el hospital La Pitié-Salpetriere de París, que dio resultado negativo a las esperanzas del italiano.
Por entonces, la tranquilidad de Fontana apabullaba:
-Ahora, con casi 2.000 kilómetros, siento el auto en el trasero. Sé que lo puedo acelerar. La butaca nueva que hicimos el lunes se resecó, no sirve, pero me arreglaron la que usé en Inglaterra.
Manejando su van Ford Orion, el jueves llevó a su padre Héctor a la pequeña ciudad de Frankenthal y alcanzó el circuito para tomar contacto con el equipo, recibiendo una calurosa bienvenida de los mecánicos. A la tarde participó por primera vez, en la conferencia de prensa oficial de la FIA. Allí le preguntaron por su situación:
-Estoy muy contento de estar en la Fórmula 1... Las cosas ahora están mejor, después de haber probado en Monza. Hockenheim es la primera pista que conozco realmente bien.
Esa intervención forma parte del ingreso de Norberto en un círculo nuevo, el de la aceptación y la popularidad. Por el momento, el arrecifeño parece tener todo lo que necesita: tres pantalones jeans de talle más grande que le llegaron desde Buenos Aires, una caja entera de chicles Bazooka -su auténtica debilidad- y un asiento en Fórmula 1.
Rutina en Hockenheim
Levantarse a las 6:30 para tomar una media hora por los alrededores del Walkershof, una ducha rápida, quince minutos de "autobahn" entre Reilingen y Hockenheim, desayuno en el motorhome de Sauber -generalmente café y jugos- y una hora antes del inicio de la actividad oficial, cantar el presente para los briefings, las reuniones técnicas.
En el paddock de la F-1 circula una broma-versión: no hay briefings más largos que los que ejecutan los equipos Prost y Sauber. Y de lo último se puede dar fe.
-Gustav, ¿dónde está Norberto? -puede preguntarse en cualquier momento a Herr Büsing, agregado de prensa y relaciones públicas de la escuadra suiza.
-En un briefing con su ingeniero... es la respuesta invariable.
En esas reuniones participan Sauber, Welti, Osamu Goto (el japonés ex Honda y Ferrari que se encarga de los motores), lso dos pilotos, los dos ingenieros de pista (Willi Rampf, que trabaja con el argentino, y Gilles Alegöet, que lo hace con Herbert). Allí se analiza exhaustivamente toda la sesión a través de los datos recogidos por las computadoras de a bordo y transmitidos al box cada vez que el auto pasa por la recta principal: la antena de transmisión se coloca en el espero retrovisor del lado derecho del cockpit.
Rampf es un buen aliado de Fontana. Lo estimula siempre, alentándolo a "ganarle al inglés" (por Herbert), lo escucha y suele acceder a las peticiones de Norberto respecto de la puesta a punto. El viernes, por primera vez, el equipo accedió a probar dos soluciones distintas en ambos coches: hasta entonces, siempre Herbert probaba primero algo que luego se copiaba en el auto del argentino. Luego se reunieron para almorzar, y Fontana probó su menú habitual: arroz, ensalada de zanahorias y agua mineral. Era después de las dos sesiones de entrenamiento, en las que el argentino quedaba quinto, entre la bruma que la lluvia alzaba sobre el Rin, que Peter Sauber se fumaba su primer habano del fin de semana, bromeando con la gorra de Fontana
Hasta se podía dialogar un instante a solas con Norberto:
-En este autódromo corriste quince veces, ¿te sentís algo así como un local?
-Sí, creo que conozco este autódromo mejor que el de mi propio país, el de Buenos Aires, porque allí no corrí nunca... Me siento muy cómodo aquí. De todas formas, es uno de los circuitos más fáciles para el piloto.
-¿Cómo te llevás con tu Sauber? ¿Lo conocés completamente ya? ¿En qué rango estás?
-Debo estar en un setenta y algo, no sé cómo decirte... le voy agarrando más la mano y eso me da confianza para tirarme cada vez más.
-El sábado a la mañana marcaste 349 km/h de velocidad máxima. Seguro que nunca anduviste tan rápido en tu vida.
-En Monza había alcanzado 345 km/h. Pero no sentís nada especial porque es en la recta. La velocidad se experimenta cuando frenás con violencia,. Lástima que en la la clasificación me confundió el cambio de puesta a punto y después cometí un par de errores.
-Los que te conocen opinan que todavía no se vio tu verdadero temperamento. ¿Creés que en lo que viene se podrá observar al verdadero Fontana?
-Creo que sí, que puedo atacar un poco más al coche. Si ben ando rápido pero tranquilo, sin cometer ningún error, siempre se puede apretar un poco más.
-¿Te sentís ya parte del ambiente de la Fórmula 1?
-Sí, primero trato de hacer mi trabajo pero después, cuando va habiendo tiempo libre, me voy metiendo un poco más adentro. Charlo con uno o con otro, con (Jarno) Trulli o Heinz-Harald (Frentzen), me van conociendo...
-¿Qué sos? ¿Un piloto de Fórmula 1 o todavía un sustituto?
-Me siento como soy. Me meto en el auto, me meto en la pista y después se verá si me quedo o me voy...
-¿Vas a poder dejar de lado las presiones en algún momento y mostrar quien sos realmente?
-Es una respuesta muy difícil. Tengo que manejar rápido y seguro: si yo cometo un error y me voy afuera, me tengo que volver a Japón. Hay que hacer las cosas bien: para que se suelte la cadena, habrá tiempo...
La rutina termina al fin. Se acaban las charlas con la prensa, más briefings, cena a las 20 en el motorhome -pastas pararecuperar hidratos de carbono-, rápido regreso a Reilingen para que la cabeza se apoye en la almohada cerca de las 22. En esto no hay secretos. ¡Ah! Y nada de llamados.
Paso a paso (todo el fin de semana de Fontana)
Viernes 27 (de julio de 1997)
Entrenamientos: 5° (Herbert, 3°)
Sábado 28
Entrenamientos: 14° (Herbert 16°)
Clasificación: 18° (Herbert 14°)
Domingo 29
Tanques llenos: 9° (Herbert, 16°)
Largada: 17° al superar a Nakano en la primera curva
Vuelta 1: 14°, al quedarse Coulthard, Frentzen e Irvine.
Vuelta 9: 12°, luego del toque entre Diniz y Herbert
Vuelta 12: 11°, al detenerse Hill
Vuelta 13: 13°, al hacer un trompo en la chicana Jim Clark
Vuelta 15: 13°, a 2s599 de Mika Salo y 130 milésimas por delante de Hill.
Vuelta 18: 12°, por detención de Mganussen.
Vuelta 20: 11° al superar a Salo
Vuelta 23: 13°, lo pasan Magnussen y Hill.
Vuelta 25: 13°, se detiene en boxes para la única recarga de combustible y recambio de neumáticos. Permanece 29s780 en la calle de boxes. Retoma la carrera en 14° posición, perdiendo una vuelta respecto del puntero.
Vuelta 27: 14°, marca su vuelta más rápida, 1m47s908, a 227,627 km/h (el record de vuelta fue de Berger, 1m45s747, a 232,278 km/h).
Vuelta 29: 12°, vuelve a superar a Salo y abandona Magnussen (motor).
Vuelta 30: 12° a 12s145 de Hill (10°) y 4s524 de Salo (11°).
Vuelta 35: 10°, tras depistarse Villeneuve y abandonar Barrichello (motor).
Vuelta 42: 9°, al abandonar Fisichella (neumático).
Vuelta 45: Termina noveno, con 44 vueltas cumplidas, a un giro del ganador Gerhard Berger (Benetton-Renault).
La novena sinfonía
Sin puntos pero otra vez noveno, como en Silverstone. Marchaba a menos de dos segundos del japonés Shinji Nakano (Prost) cuando la indomabilidad en las curvas del Sauber se reveló de pronto en la primera chicana, casi como un error compartido entre el piloto y el auto.
"La largada fue complicada, pero había partido bien, incluso pasé a unos cuantos. Pero en esa frenada venía regulando el balance de los frenos y se me fue...", explicó tras la carrera, con la rodilla derecha todavía envuelta en una rodillera para aplacar el roce de la butaca. Tras el trompo, las gomas blandas se resintieron y obstaculizaron la paridad del cronómetro hasta la detención, doce giros más tarde.
"Yo quería parar cinco vueltas antes de lo previsto porque las gomas había perdido mucho grip, pero recién me hicieron entrar un giro antes de lo estipulado", completó.
A la bandera, Nakano llegó séptimo. Ese podría haber sido el puesto final del argentino, que aunque no suma unidades devuelve su coche entero a boxes. Aprovechando los abandonos de los rivales pero respondiendo con regularidad después de su única parada.
"Estoy conforme con este resultado, volví a estar entre los diez primeros", dice impasiblemente.
Test de Hockenheim
¿Fontana rindió mejor que en Silverstone?
Apenas un poco más. El Sauber no lo ayudó nunca a mostrar un manejo más sólido.
¿Qué le sobró?
Confianza para poder viajar al nivel o mejor que su coequiper en un par de tandas.
¿Qué le faltó?
Poder afirmar su progreso con una carrera más lucida.
¿Dónde acertó?
En cambiar la puesta a punto el domingo a la mañana -su coequiper tuvo que copiarlo- y en pedir parar antes a reponer las cubiertas.
¿Dónde falló?
Al cometer el trompo cuando trataba de ajustar el balance de los frenos. Le costó dos puestos en la clasificación final
El futuro inmediato
Pero si fue una carrera con muchas víctimas, tuvo como héroe al austríaco Gerhard Berger (203 Grands Prix, 10 triunfos con este), que con 37 años y al borde del retiro regresó tras un paréntesis de tres carreras para demostrar que no está acabado como se suponía.
¿Y Schumacher? Sabía que no podía ganar y se quedó con la delicia del segundo puesto, que lo mantiene al tope del campeonato. ¿Los Williams? Un fin de semana aptético, lo peor de Jacques Villeneuve en el año y otra decepción de Frentzen, justo en el fin de semana en que ambos fueron casi confirmados para 1998. ¿Fisichella? El gran proyecto de piloto para el futuro,m liderando una camada de jóvenes talentos a cuya cola está colgado Fontana.
¿Qué depara el futuro? Disueltos los fantasmas de Alex Wurz (le dijo a El Gráfico "mi futuro pinta bien en Benetton") y Berger ("no hablé ni estoy en conversaciones con Sauber"), el firmamento de lo inmediato muestra la dificultosa recuperación de Morbidelli (aunque Sauber asegura que el italiano no le "resuelve nada").
Si se pretende mirar más allá, los rumores indican que Damon Hill, todavía campeón del mundo, mantiene charlas con el equipo suizo, aunque pide 6 millones de libras para 1998. El contrato de Herbert se estira hasta el año próximo, pero es difícil pensar que un equipo que alberga 11 nacionalidades distintas (suizos, alemanes, austráicos, italianos, un francés, un inglés, un japonés, un malayo, un checo, un belga y un argentino) puieda contar en 1998 con dos pilotos británicos, teniendo sponsors austríacos y malayos.
Por supuesto, como estilan los suizos, no hay nada confirmado. Por de pronto, cuando usted esté leyendo esta nota, Fontana podría estar probando otra vez el Sauber en Fiorano, la pista privada de Ferrari, en Maranello. ¿Estará Morbidelli, candidato de Ferrari para correr el n° 17, en Hungría? De todas maneras, Norberto competirá el domingo en Sugo (Japón) en el torneo de la Fórmula Nippon. ¿Y después? Ah, esta historia continuará.
Publicado en la edición n° 4060 de El Gráfico, del 29 de julio de 1997.
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