INFERIORIDAD TECNICA, FALLAS DE OPERACION, TEMOR AL FUTURO: ¿QUÉ PASÓ CON MERCEDES EN SINGAPUR?


El Grand Prix de Singapur resultó una de las peores demostraciones del quíntuple campeón mundial de Constructores de Fórmula 1, Mercedes, en los últimos años. Desde que se inició la era híbrida, en 2014 y tras 116 Grands Prix disputados, fue solo la cuarta oportunidad en la que ambos Mercedes vieron la bandera a cuadros pero no subieron al podio (tras Hungría 2015, Mónaco 2017 y México 2018).

La caída se produjo en cámara lenta:

  • El viernes 20, Mercedes estaba adelante de todos. Lewis Hamilton marcó el mejor tiempo de la jornada.
  • Pero el sábado 21, sorpresivamente, Mercedes quedó detrás de Ferrari tras la clasificación. 
  • El domingo 22, por fin, el desastre. Mercedes terminó derrotado por Ferrari y RedBull. 


¿Cómo fue que ocurrió?


Hasta el viernes, todo se desarrollaba de acuerdo a lo que opinaba la cátedra. Prácticamente todos los analistas aseguraban que el único que podía discutirle la supremacía a Hamilton en Singapur era el RedBull de Max Verstappen.

Pero el sábado se produjo la primera sorpresa. No lo fue el hecho de que Hamilton no lograra la pole, sino que fuera Charles Leclerc con una Ferrari (un coche que en teoría no podía desenvolverse con suficiencia en ese circuito) quien la marcara.

Vamos al detalle. Hamilton perdió la pole con Leclerc por apenas 19 centésimas.

El piloto de Ferrari le sacó dos décimas de diferencia en el sector 1, muy recto (26s2 Leclerc, 26s4 Hamilton), gracias a la ventaja que posee el motor Ferrari, de 20 a 30 HP en modo Q3.

Pero en el sector 3, con 9 de las 23 curvas del circuito y dónde se suponía que la Ferrari tenía que fallar, los tiempos fueron parejos: 32s8 para ambos... El nuevo paquete aerodinámico y el compuesto C5, muy blando, ayudaron a Leclerc.

No partir desde la pole ya era un perjuicio para Hamilton: ocho de los anteriores once Grands Prix de Singapur se ganaron desde la pole-position.

Cuando la carrera se hizo tan lenta que Leclerc giraba hasta 13 segundos más lento que en su vuelta de pole, Hamilton reclamó el undercut. Ya lo había pedido en el briefing matutino, como si imaginara que era la única manera de vencer a las Ferrari. ¡Y lo era!

Mercedes tuvo dos oportunidades para hacerlo: vueltas 17 y 18. En la 19, cuando se detuvieron Vettel y Verstappen, ya era algo tarde. Cuando Leclerc se detuvo en la vuelta 20, la estrategia cambió definitivamente: demorar la parada todo lo posible para (a) tener gomas más frescas al final de la carrera y (b) jugarse a la irrupción de un safety-car que saliera en su ayuda, al reducir el tiempo perdido en la parada.

Hamilton se detuvo en el giro 26, cuando ya sus gomas blandas habían perdido todo el rendimiento. No salió bien el plan (b), porque los tres safety-car entraron después del giro 26, ni tampoco el plan (a), porque esas tres neutralizaciones le permitieron a Ferrari conservar mucho mejor sus gomas medias.

El error fue tan evidente que el equipo tuvo que pedirle a Valtteri Bottas que redujera su ritmo de vuelta ¡en tres segundos! para evitar que Hamilton quedara inclusive detrás del segundo RedBull, el de Alex Albon...

Fue la segunda equivocación estratégica consecutiva de Mercedes. Ya había sucedido en Monza, la carrera anterior, cuando le calzaron a Hamilton neumáticos medios en lugar de duros.

Para muchos, este doble error consecutivo sería la prueba de una falla estructural en Mercedes: cuando se atienen al plan trazado, su rendimiento es perfecto; pero cuando se ven obligados a reaccionar frente a las decisiones rivales, sus reflejos no funcionan tan bien.

Eso no es siempre así: la última victoria de Hamilton en el Mundial, el GP de Hungría, se debió a una acertada decisión de James Vowles, el responsable estratégico de la escuadra, cuando lo indujo a una segunda detención inesperada y, con neumáticos más frescos le dio caza a Max Verstappen y le arrebató el triunfo.

Hamilton cree que Ferrari hoy está más hambriento y que Mercedes se está arrastrando; hay una crítica velada a la posibilidad de que el equipo se haya dormido en los laureles. La dotación que dirige Toto Wolff admitió sus numerosas equivocaciones en Singapur y Vowles se hizo responsable de la fallida decisión que, según el campeón mundial, lo privó de la posibilidad de lograr el triunfo.

Mercedes ya no tiene un coche tan dominante como en el arranque de la temporada (cuando ganaron de manera consecutiva los primeros ocho Grands Prix del año) y ni siquiera el motor más potente, una cualidad que aprovecha Ferrari; además, parece que a los neumáticos más blandos de la gama, los C5 usados en Singapur, no les puede extraer el último rendimiento

Pero la lección de Singapur es que Mercedes falló más en el plano operacional que en el técnico. Esas fallas en operaciones parecieron motivadas, básicamente, por la sorpresa que causó el inesperado rendimiento de Ferrari en la pista en la que menos se lo esperaba.

Una teoría circulante establece que en la primera parte del año a Mercedes le sobraba ventaja para conquistar la pole-position con lo que tenían y así utilizaban el tiempo de las prácticas para preparar el auto para la carrera. Hoy, que esa ventaja no le alcanza, compromete su tiempo de ensayos y así llegan menos preparados a la carrera. No está suficientemente probado que sea realmente de esa forma. 

¿Qué puede pasar este fin de semana venidero en Sochi? En el escenario del próximo Grand Prix de Rusia Mercedes está invicto; es cierto que la Ferrari mejoró sus prestaciones, pero la gama de compuestos disponible en Rusia excluye el C5, con el que Mercedes penó en Singapur y que tan buen resultado le dio a Ferrari en la clasificación. 

En ese sentido, Hamilton y los suyos cuentan con buenos antecedentes para sostener cierto favoritismo en territorio ruso. Pero como Ferrari es, de alguna manera, una entidad desconocida en estos momentos, los interrogantes permanecen abiertos.


Publicar un comentario

0 Comentarios