La expectativa es enorme: Lewis Hamilton ya es séxtuple campeón del mundo, Mercedes ganó por sexto año consecutivo el torneo de Constructores, Valtteri Bottas es un subcampeón sin mucha pena ni demasiada gloria, y Ferrari consuma su primera década de calendario sin conseguir un solo título en los 70 años plus que lleva de vida el Mundial de Fórmula 1. Y sin embargo, el GP de Brasil de este próximo domingo genera una expectativa infrecuente.
Todos quieren ver cómo le irá a Ferrari.
No tiene mucho que ver con su ubicación final en el campeonato, un segundo lugar entre los Constructores desplazando hasta el momento a Red Bull, ni con la eventual consagración de Charles Leclerc, su piloto más veloz (6 poles en el año) como el mejor piloto no Mercedes del 2019 (lo que sucederá si le saca 13 puntos a Max Verstappen y 8 a Sebastian Vettel).
Tiene que ver con la aceleración de su motor. No son pocos los que quieren saber si el eclipse de Austin fue circunstancial, se debió a los problemas que consignó la escuadra de Maranello o si, por el contrario, hay más pistas de un eventual fraude.
Aquí contamos todo el episodio registrado en el Grand Prix de los Estados Unidos, la sospecha de RedBull, la temeraria acusación de Verstappen, los rabiosos descargos de Mattia Binotto. Pero, dos semanas después, la F-1 vuelve a ponerse en marcha, y en un circuito muy particular.
Interlagos, uno de los pocos autódromos del calendario en el que se gira en sentido antihorario, imprime una especial exigencia a los autos de la máxima categoría del automovilismo mundial. Verstappen y RedBull son duchos en sus vericuetos, pero también lo son Hamilton y Mercedes (aunque Toto Wolff no estará en una carrera de su equipo por primera vez en toda la era híbrida).
Pero la clave estará en el sector 3 del circuito:
Ese sector, desde la curva del Juncao (la número 12) y la interminable subida a la línea de meta, con el acelerador exigido a fondo, será el banco de pruebas de la credulidad. Ese sector, más que el 1 (probablemente más favorable a Mercedes) o el 2 (a Red Bull), permitirá dictaminar si Ferrari vuelve a mostrarse escaso de potencia como en Austin y, por lo tanto, ser pasible de la suspicacia: puesto en evidencia su artilugio, aquellas performances llamativas del comienzo de la segunda parte de la temporada ya no son posibles.
O, por el contrario, permitirán defender el honor del Cavallino, si es que efectivamente son, en ese tramo de 16 segundos, más rápidas que cualquiera de sus rivales. En ese caso, habrán callado las demandas acusatorias. Y eso se podrá advertir el mismo viernes, en las dos primeras sesiones de prácticas libres (a las 11 y a las 15, hora argentina). Claro, si no llueve...
Ese largo kilómetro en subida puede transformarse en un test del poder del motor 064 de Ferrari. Puede acallar un montón de sospechas. O multiplicarlas.
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