PILOTOS DE RESERVA: LA GRAN TRAMPA DE LA FORMULA 1 Y COMO EL COVID-19 PUEDE PROPORCIONARLES UNA GRAN REVANCHA


En 2013, el italiano Davide Valsecchi (foto) abonó 5 millones de dólares al equipo Lotus (luego Renault F1) para disponer del honorífico título de "piloto de reserva" de Fórmula 1, con la esperanza de poder subirse en algún momento del campeonato a disputar una carrera...

Aquel año hubo un promedio de 22 coches disponibles por carrera, a lo largo de 19 Grands Prix, y 23 pilotos condujeron en al menos una competencia a lo largo del torneo. Adiviná si el italiano fue uno de ellos... 

Valsecchi venía de ser campeón de la GP2 en 2012 y creyó que se había presentado su oportunidad sobre el fin del certamen, cuando el piloto titular Kimi Raiklkonen quedó fuera de combate por una cirugía en su espalda. 

Pero lejos de promoverlo pese al dinero invertido, el equipo contrató como reemplazó del finlandés a otro piloto de la misma nacionalidad, Heikki Kovalainen, que ya había competido en 110 Grands Prix y triunfado en uno (Hungría 2008). El argumento fue que la escuadra peleaba por el segundo lugar en la Copa de Constructores y no podía darle la chance a un debutante en esa circunstancia. 

Pero Kovalainen no sumó ni un solo punto y Lotus cayó al cuarto lugar final en la tabla. "Estoy rabioso, esto es una tragedia desde el punto de vista deportivo", sentenció el desilusionado Valsecchi, que abandonó pronto la práctica del automovilismo para dedicarse a comentar carreras por TV.

Desde hace treinta años en la Fórmula 1 -desde que la prohibición de los impulsores turbocomprimidos a fines de 1988 desató una oleada de nuevos equipos en la máxima categoría gracias a la accesibilidad a los motores aspirados, que elevó a 40 la cantidad de butacas disponibles en 1989- la tendencia a convocar de improviso nuevo talento ha ido a la baja. Esencialmente por dos razones: costos y seguridad:


  • A mayor incremento de costos, menos autos disponibles para competir.
  • A mayor grado de seguridad alcanzado, menos pilotos lastimados (o muertos) y, por lo tanto, menos butacas vacías ocupar.


Desde hace un par de años, el título de "piloto de reserva" parece tan inútilmente pomposo como el de "capitán de la Marina de Nepal" o "vocero de Bernie Ecclestone". Tanto en 2018 como en 2019, los 20 pilotos que empezaron el torneo fueron los mismos que lo terminaron. No hubo lugar ni para uno solo más. 

Hasta entonces, muchos aportaban dinero para estar, para rondar ante una chance. Pero las escuadras más grandes confían cada vez en los productos de sus academias, y a medida que las chances se fueron reduciendo, comenzaron a operar con los equipos satélites. Ahí está el caso de George Russell para probarlo: piloto de pruebas de Mercedes en 2018, piloto titular en Williams en 2019 y 2020... ¿piloto titular en Mercedes en 2021? 

Mucho dinero se fue por la alcantarilla de los "pilotos de reserva". Otro caso particular: Muhammad Sean Ricardo Gelael, piloto de reserva de Toro Rosso en 2017 y 2018. Tomó parte de la FP1 en cuatro Grands Prix de 2017 pero nunca llegó a tomar parte de niguna carrera. ¿Talento despreciado? Bueno, su padre Ricardo gestiona 600 locales de la franquicia Kentucky Fried Chicken en su país, Indonesia, que tiene casi 260 millones de habitantes. Tanto dinero no se desperdició: una cuota importante financió la llegada a la F-1 de Antonio Giovinazzi, que es muy amigo de Sean Gelael.


CUANDO HAY UN TOQUE EN LAS CURVAS


En síntesis, en el último par de temporadas no hubo grandes oportunidades para mostrar talento fresco en una chance suelta, como aquella que facilitó el ingreso a la categoría del máximo ganador de todos los tiempos del Mundial, Michael Schumacher, en el GP de Bélgica de 1991. También Sebastian Vettel logró debutar en la categoría gracias a una situación similar, tras el pavoroso accidente de Robert Kubica en Canadá 2007.

Precisamente, el polaco será el piloto de reserva por excelencia de esta temporada 2020: gracias al aporte varias veces millonario de la petrolera polaca Orlen, fue nominado como tercer volante de Alfa Romeo, con lo cual no solo tiene chances de subirse (si se contagian Kimi Raikkonen, Giovinazzi y, eventualmente Charles Leclerc o Vettel, los pilotos de Ferrari, porque en ese caso Giovinazzi pasaría en la emergencia a la Scuderia) sino también de mejorar lo que poco que hizo en 2019 con el pobrísimo Williams Fw42.

Este gráfico muestra cómo evolucionó la situación en las últimas tres décadas. En la medida en que las dos curvas se acercan, disminuyen las chances de que los pilotos de acceder a una oportunidad durante la temporada de correr un F-1. Las curvas se superponen en 2018 y 2019:




(A la izquierda, la cantidad de autos disponibles por carrera y año en promedio [la curva verde] y los pilotos que compitieron en cada temporada [la curva azul]. La gran cantidad de accidentes [algunos ellos mortales] de 1994 queda en evidencia con la gran cantidad de pilotos utilizados ese año.

Pero la pandemia, que ha transformado tanto el panorama de corto plazo en la vida cotidiana y cualquiera de sus manifestaciones hasta tornarlo prácticamente irreconocible, ofrece de pronto una alternativa. Es muy improbable que un piloto de F-1 se lastime haciendo su tarea (las evidencias de los dos últimos torneos nos eximen de aportar mayores pruebas) pero sí es posible que contraiga el virus Covid-19. Mucho más posible que herirse en un coche 2020.

Era tan improbable, que la mayoría de los pilotos de reserva no iban al banco de suplentes: salvo en algunas carreras muy alejadas del núcleo F1, la mayoría se quedaba en su casa, en espera de la hipotética situación de verse convocados. No ocurrió jamás en el último bienio. Pero ahora puede diferente.

La obligación de un testeo cada 48 horas en el paddock de los Grands Prix una vez que arranque el Mundial 2020 el primer domingo de julio, multiplica de manera inédita las posibilidades de que un piloto de reserva disponga de una oportunidad. El Covid-19 puede no respetar siquiera los 6 títulos mundiales de Lewis Hamilton o los 4 de Vettel.

Frente a la chance, asoma la necesidad de la preparación física y mental: los pilotos de reserva precisan mantener sus aptitudes a tope a lo largo de esta temporada. No debiera ocurrirles lo que al argentino Norberto Fontana, cuando le surgió la oportunidad de debutar en F-1 con diez días de anticipación, aunque llevaba 9 meses sin probar un auto de tanta potencia y exigencia física. En aquel GP de Francia de 1997, Fontana estuvo a punto de claudicar a causa del desafío físico que le planteó un debut precipitado. El caso de Luca Badoer en Ferrari, durante 2009, fue el extremo más patético. 

Habrá 20 autos durante los aproximadamente 15 Grands Prix que tendrá el Mundial durante 2020; pero seguramente participarán más de 20 volantes. No solo por la amenaza del Covid-19: el fantasma de una ruptura antes de tiempo entre Ferrari y Vettel sobrevuela el escenario. Más de eso, muy pronto.

Así lo debatimos con Fernando Tornello en El Show de la Fórmula  1 este lunes 15 de junio:


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