BOB WOLLEK, EL HOMBRE AL QUE LE MANS NUNCA ELIGIÓ


Los hinchas de Pechito López no terminaron de digerir la amargura que les provocó el retraso por culpa de un problema técnico en las últimas 24 Horas de Le Mans. El propio cordobés debe estar recién por estas horas, cinco días después de terminada la competencia, acabando por aceptar la frustración de una posibilidad de victoria que se le escapa en la carrera más trascendental que, sin dudas, él haya competido nunca.

Pero como ya habíamos señalado en un análisis inmediatamente posterior a la carrera, la historia del automovilismo está plagada de estos nudos: pilotos brillantes que, por una razón u otra, no consiguen ganar una cita importante. Y no solo en Le Mans.

Porque en las 24 Horas no pudieron inscribir su nombre conductores de la talla de Stirling Moss (8 participaciones) y Juan Manuel Fangio (cuatro, todos abandonos) pero también en la Fórmula 1 se dieron casos similares, como la frustración de Jim Clark para ganar el Grand Prix de Mónaco o el de Graham Hill que no lograba vencer el el GP de su país. 

Carlos Reutemann estuvo generalmente cerca de vencer el GP de la República Argentina, pero nunca lo logró, y lo mismo ocurrió con Pedro Rodríguez en México. La frustración, como local, se duplica. 

El deseo de Sergio "Checo" Pérez por ganar una carrera de Fórmula 1 debe ser, apenas, la mitad de intenso que el sueño por ganarla en su propio país... y a como vienen las cosas, parece que no será posible. 

En conjunto, todo apunta a Robert Wollek. Largamente impedido de ganar en Le Mans, una carrera en la que jugaba de local y a la que persiguió con tanto ahínco, sin poderlo conseguir jamás.

Bien vale ahondar esa historia

Alsaciano. Nacido en 1943, en plena ocupación nazi. Campeón francés de ski, en los 60 se pasó al automovilismo. Compañero de equipo de Reutemann en la Fórmula 2 de 1972, con Ron Dennis como director deportivo.

Pero su gran amor -no correspondido- fue Le Mans. Tuvo allí 30 participaciones entre 1968 y 2000. Nunca un triunfo. 

Nunca nadie corrió tanto allí sin poder subir al escalón más alto del podio. 

No le faltaba capacidad: se lo conocía como "Brilliant Bob", Bob el Brillante. 

Fue tres veces campeón alemán de coches sport, campeón europeo de endurance en 1983, once veces ganador en el WEC y fue protagonista de una piña muy fuerte en IMSA, aunque en cuatro ocasiones ganó las 24 Horas de Daytona, una de ellas en cooperación con el legendario A.J.Foyt, y en una oportunidad conquistó las 12 Horas de Sebring. 

Sin embargo, como una virgen pudorosa, Le Mans siempre se le negó.

Fue segundo en cuatro ediciones: 1978, 1995, 1996 y 1998. Subió seis veces al podio, en total. Fue primero en su clase en cuatro oportunidades. 

Jamás se coronó.

Y no porque no hubiera conducido coches nada competitivos. Por el contrario.

Debutó con Alpine, en 1968, cuando la marca era habitué de Le Mans y había preparado tres autos para pelear por la victoria general. 

Corrió para Matra en sus años dorados, cuando la compañía era máxima candidata en La Sarthe.

Lideró con los Lancia de Grupo C equipados con motor Ferrari. En 1984 el auto punteó las primeras ocho horas... y después los problemas mecánicos (como con López este año) lo arruinaron todo.  

No dejó de competir con Jaguar en los años en que el gato inglés había vuelto a vencer. El negocio familiar, un garage en Estrasburgo, había dejado de vender Mercedes en los '80 para comercializar los autos ingleses. 

Su marca preferida era Porsche. Con el equipo oficial o para privados como Joest o Kremer.

La creme de la creme

Pero siempre lo mismo: cuando estaba en la escuadra vencedora, conducía el coche equivocado.

Acaso no lo ayudaba su carácter, hosco y retraído. Supo tener marcadas diferencias con sus compañeros y alguna vez se enojó cuando lo subieron a Foyt a su auto. "¿Quién carajo es Foyt?", preguntó al aire en la TV estadounidense. "¿Esta rana quién se cree que es?", reaccionó el texano al enterarse, utilizando el despectivo tan frecuente en habla inglesa para referirse a los franceses... El tiempo acomodó todo. "Fue uno de los mejores copilotos que tuve", lo elogió Foyt en 2012.

Pero al final de su carrera, ya era un clamor popular: todo el ambiente del endurance quería que Wollek ganara las 24 Horas.

"A miles de personas les gustaría que yo ganara", contó en una entrevista a comienzos del fatídico 2001. "Me toman del brazo y me dicen 'este año, este año'. Crece la expectativa y después nunca se da, y es como si el mundo se me viniera abajo".

En 1978 (foto) terminó segundo con un 936, a cinco vueltas del Alpine-Renault ganador... ¡pero perdió 45 minutos en los boxes cambiando la rota quinta marcha de la caja de velocidades! Y 45m equivalen a más de 10 vueltas...



Había perdido la victoria por una vuelta en 1996, a causa de un error de juicio de su compañero Mario Andretti prácticamente en el comienzo. Recuperaron cinco vueltas en casi 23 horas, les faltó un giro nomás...

En 1997, su compañero Hans Stuck perdió 11 minutos en boxes luego de haber roto el piso del auto al pasar por encima de un piano. También perdieron por una vuelta

El año siguiente, en 1998, al bajar de su último podio, lamentó que un compatriota suyo, Stephane Ortelli, hubiera vencido en su debut. Para él había sido su vigésimo octavo, infructuoso intento.

Hasta ahí, la suma de todas las horas que el auto que tripulaba había liderado la carrera, excedía largamente las 24. Sin embargo... 

"Siempre me decía: 'mala suerte. El próximo año'. Pero en 1998 ya tenía 54 años, ¿qué próximo año podía haber? Se había ido la chance".

Probó dos veces más, ya sin oportunidades concretas de triunfar, sobre coche de la clase GT. "Le Mans siempre es Le Mans. Mientras me ofrezcan un auto, iré", señalaba.

Había vendido su garage en 1993, transformándose directamente en un profesional del automovilismo. Tampoco eso le alcanzó para vencer. 

Amante de la bicicleta, cada junio desandaba en dos ruedas los casi 700 km entre su ciudad, Estrasburgo y Le Mans. Así se mantenía en forma pasados los 50. 

En 2000 ocurrió algo increíble: condujo un Porsche 911 de GT que acabó primero en su clase por nueve vueltas de ventaja. "Fue mi carrera más fácil aquí", reconoció Wollek tras el final. "Esta clase de cosas casi nunca ocurren". Y tenía razón: a las dos semanas los desclasificaron porque el tanque de combustible excedía los 100 litros de capacidad reglamentaria

En 2001 avisó que ese sería su último año, el intento final. Ya tenía 57.

Pero no llegó nunca a La Sarthe en su bici.

Una tarde de marzo salía de Sebring, dónde iba a competir en las 12 Horas, en su bicicleta camino al hotel en el que se alojaba. Lo golpeó en la cabeza el espejo exterior de la van que conducía un veterano "redneck". 

Hurley Haywood, vencedor en Le Mans, Sebring y Daytona, le había advertido del peligro de viajar en bicicleta por la Florida. "No te preocupes, anduve un montón en muchos países, hago miles de kilómetros al año".

"Bob el Brillante" llegó sin vida al hospital.

Y su carrera quedó sintetizada en aquel sueño imposible de concretar. 

A Bob Wollek no le alcanzaron 30 años para poder celebrar 24 horas.

25/9


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