INTERMINABLE KIMI: 323 GRANDS PRIX, UN MILLÓN DE ANÉCDOTAS Y NI UN SOLO ENEMIGO...




Si nada extraño sucede, este domingo, Kimi-Mattias Raikkonen disputará su Grand Prix número 323. Nunca nadie largó tantas veces en Fórmula 1: deja atrás a Rubens Barrichello (322 largadas) como antes había sobrepasado las marcas de Fernando Alonso (311 Grands Prix) y Michael Schumacher (306).

Este domingo, en el Grand Prix del Eifel, en el nuevo Nurburgring, se cumplirán 19 años y 7 meses de su debut en el lejanísimo Grand Prix de Australia de 2001. Kimi tenía entonces 21 años y cuatro meses de edad y mucho para contar aunque sus proverbial sequedad lo evitara. 

  • Era su 24a carrera en el automovilismo; había saltado directamente de la Fórmula Renault a la máxima categoría.
  • Nunca antes había visto siquiera una carrera de Fórmula 1: la primera, entonces, ¡la veía desde adentro!
  • Había llegado en medio de un gran secreto: Peter Sauber lo había ensayado seis meses antes en Mugello y, tras comprobar su capacidad, por temor a que una escuadra grande se lo birlara empezó a usar un nombre en clave para referirse al joven aspirante: Eskimo ("esquimal").
  • Como ya se sabe, Sauber debió hacer gestiones para que le fuera concedida la superlicencia, una movida a la que se opuso el entonces titular de la FIA, Max Mosley. 
  • Media hora antes de la largada de la apertura de la calle de boxes, para el Grand Prix en Melbourne, el equipo no sabía dónde se hallaba Kimi. Estaba durmiendo una siesta en una de las oficinas de la escuadra, detrás de los boxes. Lo despertaron y reaccionó con suavidad: no sentía nervios en lo absoluto. Acabó sexto aquella competencia.

Casi 20 años después (solo Schumacher vivió más tiempo entre su debut y su despedida final), nos pusimos a pensar por qué Kimi arriba a este record. Y más allá de su innegable talento (hasta hace pocas semanas era el dueño de la vuelta más veloz en la historia de la Fórmula 1), hay razones para fundarlo.

  1. Lo obvio: el record de Kimi, como antes el de Rubens, es testamento de la enorme seguridad que se ha desplegado en los coches de F-1 desde hace un cuarto de siglo, en la movida que promovió la tragedia de Ayrton Senna. Miren esos nombres ya citados: Kimi nunca sufrió un accidente serio, lo mismo que Alonso; el de Barrichelo en Imola fue más espectacular que agresivo, y Schumacher apenas si se rompió una pierna a lo largo de su dilatada campaña. Como dice Raikkonen, "todos los records se batirán eventualmente", y este tiene muchas posibilidades de ir cambiando de manos a medida que progresen los años. 
  2. Lo menos obvio: su filosofía desprovista de complicaciones para tomarse las cosas. Ron Dennis lo bautizó como Iceman ("hombre de hielo") en su paso por McLaren, y esa frialdad de su carácter no solo le permitieron capear tormentas sino, fundamentalmente, no disponer de un problema para cada solución. Kimi es sencillo en su forma de trabajar, básicamente, muy económico en su trato, y eso facilita la tarea cotidiana durante largos periodos. Hace años que su eequipo personal es el mismo: su manager Sami Visa y su fisioterapeuta Mark Arnall, con quien comenzó a trabajar en McLaren. Estuvo cinco años en el equipo de Woking, ocho (en dos stints) en Ferrari y apunta a tres en Sauber/Alfa Romeo. Nadie parece tener nada negativo para decir sobre el finlandés en relación a sus métodos de trabajo y a la convivencia. 
  3. Lo más íntimo. Su segundo matrimonio en 2016, con la ex azafata Minna Maria, "Minttu", acabó por organizarle una vida tumultuosa y lo acomodó en una etapa de madurez y sensatez que cualquier jefe de equipo sueña para su piloto. Minttu pone los límites en los que Kimi se siente más cómodo, no solo en la vida hogareña sino también trazando objetivos en la interfase entre la familia y las carreras. El hecho de que estén viviendo en Suiza a no demasiados kilómetros de Hinwil (Zurich), dónde el equipo tiene su base, contribuye también a esa estabilidad. Dicen que fue el día de su bodas con Minttu que pronunció el parlamento más largo que se le recuerde: 10 minutos...

Kimi es un piloto de extremada jerarquía, de esos que siempre andan rápido aunque no terminen de entender del todo las posibilidades de su auto, aunque posee conocimientos de mecánica cimentados por una vasta experiencia. En lo que va de su segundo stint con Sauber/Alfa, en 2019 y 2020, solo sufrió tres abandonos en 30 carreras (uno cada diez), y ninguno bajo su responsabilidad: en Singapur 2019 Kvyat lo chocó buscando superarlo; en México 2019 se recalentó su motor, un problema normal en la elevada altura de la Ciudad de México; en Austria 2020 se le salió una rueda tras un pit-stop...

Con semejante regularidad, no es sorpresa que sea ya el piloto qué más kilómetros recorrió en carreras de F-1: la cuenta hasta el GP de Rusia pasado daba 84.529 km. 

Otros records: es el último piloto campeón mundial con Ferrari (y su marca ya lleva 13 años) y junto a Niki Lauda, Alain Prost y Nigel Mansell, completa un poker de campeones mundiales que volvieron a la F-1 después de una ausencia y retornaron al triunfo. No es un logro para nada menor. Siguió ganando hasta hace dos años (Estados Unidos, en octubre de 2018, su 21a victoria) y alcanzó más de 100 podios...

No es un personaje: el Kimi que se ve es el auténtico. Su madre Paula -la misma que decidió no gastar los ahorros en un baño en el interior de su casa para poder comprarle un kart más competitivo a su hijo- recuerda que Kimi no habló hasta que tuvo tres años, y que su particular voz es producto de un accidente de ciclismo que sufrió a los 5 años, cuando se lastimó la garganta con el manillar y sus cuerdas vocales no sanaron con propiedad. 

(En 2012 se bajó del podio tras el GP de Bahrein e inauguró una borrachera que le duró dos semanas; dejó de tomar para ir a correr en el GP de España, a Barcelona. Allí, otra vez, subió al podio. Desde que se casó con Minttu, la bebida quedó atrás).

La gente, los fanáticos, en todo caso, lo recordarán por el humor. Nadie nos ha hecho reír tanto en todos estos años de F-1 como Kimi. Su desparpajo, su frescura, su minimalismo, su acidez, su gracia, solo le han sabido granjearse simpatías sin producir un solo altercado. Seguro que no existen Anti-Kimis en ningún rincón, y mucho menos en las pistas. 

Innumerables videos muestran sus situaciones graciosas y volver a verlos siempre es motivo de alegría... Anécdotas hay miles, como aquella frase a quemarropa ante una prregunta de Martin Brundle en la grilla del GP de Brasil de 2006 ("I was having a shit", "estaba cagando"). Ahí están disponibles para disfrutarlos una y otra vez.

Guardo con particular emoción aquel momento de España 2017 y su gesto hacia su pequeño hincha Thomas, al punto que arranqué el reporte de esa carrera, que había ganado Lewis Hamilton, haciendo eje en esa historia: 

La Fórmula 1 del 2017 no para de entregar sensacionales momentos. En la pista y fuera de ella.

Pocos minutos antes de la largada del Gran Premio de España, la cámara de TV mostró al mundo la imagen de un pequeño rubio con un uniforme de Ferrari, completo con pantalón y camisa rojos, gorro y auriculares, alentando desde la platea principal del circuito de Montmeló, una síntesis del pasional movimiento que sigue a la casa de Maranello por todo el mundo. Menos de un minuto después de la partida, Ferrari se había quedado sin Kimi Raikkonen, con la suspensión delantera derecha rota tras un toque que involucró a varios pilotos de punta. La cámara volvió al chico, que ahora lloraba sin consuelo: la memoria voló a aquella imagen de un niño brasileño cuyo llanto genuino era explotado sin escrúpulos por la TV a medida que los goles de Alemania aplastaban uno a uno su ilusión en la semifinal del Mundial 2014, en Belo Horizonte.

La carita del rubio no volvió a verse en TV hasta mucho después y en una situación completamente distinta. Los responsables de relaciones públicas de Ferrari cruzaron la pista, ubicaron al niño y a sus padres en la platea, les calzaron sendas credenciales y los invitaron al hogar de la Scuderia en el paddock de Montmeló. El gélido Raikkonen, normalmente inconmovible, ensayó la mejor sonrisa para sacarse una fotografía con uno de los héroes de la jornada: el pequeño francés Thomas Danel, de 6 años, nacido en Amiens y llevado por sus padres a ver a las Ferrari de Fórmula 1 a Barcelona. El piloto finlandés le regaló una gorra y un par de botitas de carrera, y miró con él el final del GP; luego, los mecánicos lo llevaron con celebrar al podio.

Habían pasado cuatro horas del final de la competencia y los Danel seguían viviendo su fábula familiar en los boxes del autódromo. "Fue un día fantástico, no lo podíamos creer cuando nos vinieron a buscar para ir a Ferrari", contó luego Coralie, la madre de Thomas, citada por la agencia Reuters.

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En octubre Kimi cumple 41 años. Si renueva contrato -nada sugiere lo contrario- correrá hasta los 42. Ojalá que haya Raikkonen para rato. Que un piloto de su capacidad conduzca uno de los peores autos del parque es una bendición para los espectadores. Que un personaje como Kimi mantenga su espontaneidad en cualquier circunstancia es un regalo para cualquier amante de este deporte.

8/10





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