2002: CUANDO SCHUMI IGUALÓ A FANGIO



(Hace casi 20 años, parecía mentira que alguien pudiera ganar cinco títulos mundiales de Fórmula 1 como lo había hecho Juan Manuel Fangio en los '50. De manera que imaginar en ese momento lo que vendría luego en las últimas dos décadas [el record no se quedaría en cinco sino que subiría a siete, y luego se igualaría también...] era, sin lugar a dudas, imposible. Pero ocurrió. En 2002, Michael Schumacher igualó el record de Fangio y nos dio la oportunidad de ensayar teorías sobre las comparaciones de época en la Fórmula 1. Estos son los textos que escribí antes y después de la consumación de aquella marca fabulosa, además del resumen de la conferencia de prensa posterior y las opiniones de los boxes. Es interesante repasarlos también como retrato de la época, cuando no estábamos tan acostumbrados al dominio tan hegemónico de un piloto o una escudería que hoy nos resulta demasiado natural...) 

Cinco es el número clave de Schumi

La de hoy puede resultar una jornada tan especial como aquella de hace casi 45 años, la del 4 de agosto de 1957, cuando Juan Manuel Fangio concretó su más preciosa tarea a bordo de un coche de Fórmula 1 de los de su época, pesado, indócil, de reacciones impredecibles, ganando el Grand Prix de Alemania en el circuito más difícil del mundo y conquistando, a la vez, un record que ha permanecido imbatido. Hasta ahora. Porque hoy, si gana el Grand Prix de Francia en Magny-Cours y lo favorecen ciertos resultados, manejando su Ferrari precisa, mansa, segura, el alemán Michael Schumacher podrá igualar ese record que, durante mucho tiempo se creyó inalcanzable: ante él se rindió otro grande como Alain Prost –que se quedó con cuatro campeonatos- y a ese record le puso la muerte un cierre inapelable al deseo de Ayrton Senna.

El mundo de la Fórmula 1 ha estado esperando largo rato por este momento. No porque la igualdad del record termine ajando la memoria de lo que construyó el piloto argentino –de cuyo fallecimiento se cumplió esta semana el séptimo aniversario–, sino porque fueron tantos lo que lo intentaron y no lo lograron, que hasta resulta mentira creer que, tras casi medio siglo, otro piloto vaya a consagrarse quíntuple campeón del mundo.

Schumacher ha demostrado tanta superioridad a lo largo de esta temporada, que ya en la undécima de 17 Grand Prix del torneo puede coronarse campeón mundial. Con 86 puntos (ocho victorias y un segundo puesto), aventaja a su coequiper Rubens Barrichello por 54 puntos y al colombiano Juan Pablo Montoya por 55. Ganará el campeonato entonces si vence y ni el colombiano ni el brasileño terminan en el segundo lugar. Y ese es un resultado tremendamente factible aunque Montoya largue, por quinta vez consecutiva, desde la mejor posición de largada. El pasado reciente de la F-1 demuestra qué fácil le ha resultado al alemán vencer a los latinoamericanos en lo que va del torneo.

La conquista de Schumacher, en caso de producirse, avivará el debate que ya se ha instalado desde hace casi un año, cuando el alemán ganó su cuarto título mundial. La discusión intenta establecer si la equiparación de los pergaminos habilita a una comparación de estilos. Sencillamente, ¿Schumacher es igual que Fangio?

El propio alemán se ha encargado, largamente, de desmontar esa bomba de impopularidad. “A mí me da vergüenza que me comparen con Fangio –le dijo en agosto pasado a la revista argentina Serie 1 tras la conquista de su cuarto título–. Yo no compito contra su record, y no creo que sea realmente justo compararme con él.” La inmediatez de la gloria no le ha hecho variar sus puntos de vista. Al llegar a Magny-Cours, esta semana, insistió: “Quiero evitar cualquier comparación con Fangio porque creo que es inapropiada. No funciona una comparación con él. Lo que ha conseguido el argentino es demasiado impresionante y aunque pueda igualarlo en la estadística, no es lo mismo”.

Frente a la rabia con la que disputa sus puestos en la pista, puede llamar la atención la falta de garra para pelear un lugar en el pináculo de la F-1. Pero esa actitud tiene su explicación. “Fangio fue muy superior a nosotros –ha dicho más de una vez–. Los autos son ahora mucho más seguros y él logró sus títulos a una tremenda velocidad teniendo en cuenta el nivel de tecnología de los coches de su tiempo.” Esa relativa temeridad es lo que, en la reflexión del alemán, inclina la balanza hacia el argentino.

Y es que Schumacher realmente admira las condiciones en las que corrían Fangio y sus contemporáneos, como José Froilán González. El año pasado tuvo ocasión de manejar la Ferrari de 1951 con la que el arrecifeño logró su primer triunfo en Silverstone, y bajó asombrado del nivel de arrojo que consideró necesario para conducir esos coches, que ofrecían muy pocas garantías aun en casos de accidentes menores. Acostumbrado a los nivelesactuales de tecnología en seguridad, y de exactitud, Schumacher inclusive se “asustó” cuando manejó una Ferrari de 1983, con chasis de aluminio y turbocompresor.

Sus números pueden ser notables –es el que más carreras ganó, el que más puntos sumó, el que más records de vuelta tiene– pero están acotados a una era de esterilizada eficiencia en la que los volúmenes de coraje precisos son de menor capacidad. Su mérito, en todo caso, es admitir esa diferencia.

“Antes, cuando Juan ganaba y salía campeón, la incidencia del piloto en los triunfos era del 50 por ciento: el otro 50 era de la máquina -reflexiona Froilán González–. Hoy, la influencia del corredor es menor. Yo creo que Schumacher tiene solo el 25 por ciento de responsabilidad; el 75 por ciento restante corre por cuenta del coche y la tecnología. Si no, ¿dónde estaría Schumacher manejando un Minardi?”, se preguntó el ex corredor de Ferrari.

Con él coincide Juan Manuel Fangio II, el sobrino del Chueco, que fuera campeón en los Estados Unidos y que llegara a probar un coche de Fórmula 1. “Ambos pasaron la línea de grandeza –asegura–. Schumacher no va a ser más grande porque gane el quinto título, ni Juan va a perder prestigio si el alemán le empata el record.” Para el ex piloto “no existen comparaciones válidas” entre ambos corredores. “Juan impresionó por haber llegado a la Fórmula 1 ya maduro y ganó la mitad de las carreras que corrió, en autos vulnerables y competencias de tres horas. Schumacher, con su talento, le da emoción a una categoría menos romántica que la de los ‘50, con mayores exigencias, repleta de contratos y en la que la gente tiene menos contacto con sus ídolos.”

No son pocos los que piensan que la comparación entre ambos no resulta procedente. “Hay que tener en cuenta las condiciones en las corría Fangio –recuerda el periodista Eduardo González Rouco, que relató las carreras de F-1 de la época de Carlos Reutemann–, no existían los cinturones de seguridad, los coches no tenían butacas anatómicas sino sillas en las que los pilotos bailaban, estaban equipados con gomas muy finitas, sin el desarrollo tecnológico ideal; sin embargo, Fangio andaba y ganaba a 300 km/h.” Para el especialista, “Schumacher va seguro en su habitáculo especialmente preparado, dispone de la más exquisita electrónica que hasta la permite conducir su Ferrari con simpleza, y cuenta con un auxilio tecnológico del que el argentino no disponía”.

Fangio consiguió sus cinco títulos en siete temporadas: en una de ellas no corrió, a causa de un grave accidente en Italia, y pasó la siguiente restableciéndose. Los últimos cuatro títulos los logró de manera consecutiva, algo que Schumacher no ha logrado aún.

“Es cierto que Fangio elegía los equipos para los cuales quería correr, pero lo hacía porque todos sabían quién era el número uno. Y los equipos no solo lo preferían por su capacidad sino también porque era el más vivo, el más inteligente”, explica González Rouco.

Es probable que Schumacher gane su quinto título: nada podrá hacer para evitarlo si se vuelve a romper el Williams-BMW de Montoya, como en otras carreras. Aunque no sea precisamente el deseo del alemán, que preferiría consagrarse dentro de dos semanas, en Hockenheim, Alemania, delante de su público, transformando una carrera de autos en una fiesta monumental en la que la venta de recuerdos de la Michael Schumacher Collection, el merchandising del piloto alemán, toque las nubes. Así lo sugirió Willi Weber, el manager de Schumacher. Fangio solo tuvo manager en la última etapa de su carrera. Cuando sus mayores hazañas habían sido alcanzadas.

Publicado en Página/12 el 21 de julio de 2002

Nada mejor que Schumi

Después de 45 años, otro corredor se consagró por quinta vez campeón mundial de F-1. Después de la hazaña del balcarceño, Michael Schumacher consiguió su quinta corona y admitió que está en condiciones de superar la marca de Juan Manuel Fangio en la próxima temporada. El alemán evita las comparaciones con el argentino pero, más allá de las estadísticas, hay un indisimulable perfil común que tiene que ver con las carreras y también con lo que sucede fuera de las pistas.

A Michael Schumacher no le gusta que lo comparen con Juan Manuel Fangio. Pero la verdad es que hay tantas similitudes entre ambos que la tentación se agranda. Al alemán le gusta tanto el fútbol que juega en un equipo de tercera de Suiza, el Echichens; al argentino le decían el Chueco precisamente a partir de su calidad de entreala y de cómo movía las piernas. Físicamente, Fangio era –como Schumacher hoy– un roble: el balcarceño resistía mejor que cualquiera de sus rivales las largas competencias de tres horas que componían la Fórmula 1 de los ‘50; Schumacher, que transformó en su gimnasio privado el despacho de Enzo Ferrari en Maranello, se baja sin transpirar de su coche después de vencer. Conductivamente, Fangio tenía un sentido táctico de excepción, que en la actualidad sólo puede exhibir el alemán. Ahora, ambos comparten el pináculo del automovilismo mundial, una vez que Schumacher ha hecho trizas 45 años de record exclusivo que el argentino coronó con su quinto título mundial. Así que, ¿cómo hacer para no compararlos?

Contra lo que hasta el mismo Schumacher preveía (“prefiero salir campeón en Alemania, delante de mi gente”), el piloto de Ferrari ganó el Grand Prix de Francia y, como se mantuvo la impronta del torneo –Schumacher en ascenso, sus rivales en franca caída–, la consagración llegó de manera muy anticipada. Ese es el nuevo record de Schumacher: se lo quitó a Jim Clark, que en 1965 se consagró campeón al ganar el 1º de agosto.

Schumacher salió campeón porque hizo todo bien y sus rivales lo hicieron siempre mal: Juan Pablo Montoya logró cinco pole-positions seguidas, pero no pudo transformar ni una sola en victoria. (Si las clasificaciones del sábado tuvieran el mismo puntaje que las carreras del domingo, Montoya lideraría el torneo. Pero por algo las carreras son el domingo...). Ayer, cuando era evidente que Schumacher no quería ganar –se mantenía muy cerca del joven Raikkonen sin atreverse a pasarlo cuando todo marcaba que podía hacerlo–, el finlandés de McLaren cometió un error de aprendiz, pisó aceite a menos de 20 kilómetros de la bandera a cuadros y le entregó en bandeja el quinto título a Schumacher.

Fangio también tuvo carreras como ésa: Peter Collins le sirvió el cuarto título en 1956 cediéndole su auto. Pero la quinta corona llegó de manera un poco más gloriosa. Fue el 4 de agosto de 1957, en Nurburgring, el circuito más difícil del mundo. La anécdota la conocen todos: el argentino partió en punta, sacó mucha ventaja, se detuvo en boxes, perdió un minuto, volvió a la carrera, quebró todos los records y pasó a las dos Ferrari punteras en la última vuelta. De biógrafo. Schumacher ha tenido carreras como ésa. Pero ninguna en esta temporada, en las que ha triunfado en ocho de las once carreras disputadas.

La estadística ha perdido sentido ante su avance arrasador. Schumacher ha conformado en Ferrari una escuadra realmente invencible –más, incluso, de lo que resultó Mercedes-Benz con Fangio en 1954 y 1955–, que tiene más dinero, recursos y técnicos que nadie, y cualquier registro contable no resiste el Factor Schumi: más títulos, más victorias, más puntos, más poles, más de todo. Donde sigue perdiendo –y lo seguirá haciendo, aunque gane todo lo que se le cruce– es en la eficacia relativa. Los porcentajes de conquista de Fangio son superiores: el argentino ganó la mitad de las carreras de F-1 que corrió; el alemán, una de cada tres.

Se puede discutir eternamente, con argumentos a favor de uno y de otro. Este debate no puede terminar, sólo acepta pausas. Y qué mejor que hacerlas para cambiar de página con una reflexión del propio Schumi: “Compararme con Fangio no sería honesto. Lo que él hizo, con unas condiciones de seguridad que no tenían nada que ver con las que tenemos en la actualidad, es totalmente excepcional”. Amén.

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Schumacher se mostró agradecido a todo el equipo Ferrari por haberle proporcionado la oportunidad de lograr su quinto título mundial de Fórmula 1. El alemán reconoció que las últimas vueltas de la prueba, justo cuando tomó la punta, fueron “las peores de su carrera”, pero que lloró emocionado cuando cruzó la meta como ganador y nuevo campeón.

–¿Qué siente usted después de ganar su quinto título?

–Todo el mundo me conoce y sabe que en estos momentos me cuesta encontrar las palabras adecuadas. “Gracias” o palabras similares están fuera de lugar. Lo que hemos logrado en todos estos años y especialmente en éste es algo fuera de lo normal. La amistad y el cariño que está presente; la predisposición a dar siempre el ciento por ciento por parte de cada uno de los miembros del equipo, algo así no lo había conocido nunca antes.

–¿Cómo transcurrió el Grand Prix?

–Vi que Rubens Barrichello se quedaba parado antes de la largada, y nosotros habíamos sido más rápidos que Montoya. Luego llegó mi error al pisar la línea blanca al salir del boxes. No sé exactamente cuánto, pero debieron ser como máximo unos centímetros. Entonces pareció todo perdido y pensé: “Se acabó”. Fue una carrera llena de incidentes.

–¿Qué pensó cuando vio que Kimi Raikkonen se iba de repente de la pista al resbalar sobre el aceite?

–Kimi lideraba con tanta seguridad la carrera que yo no pensaba en superarlo a no ser que cometiera un error o tuviera una falla mecánica. Creo que no vio el aceite. Yo estuve atento cuando vi su problema, ésa fue mi oportunidad. De repente me encontré adelante y sentí que tenía el título prácticamente en el bolsillo.

–¿Qué le pasó luego por la cabeza?

–Durante toda la semana no sentí ninguna presión. Pero cuando me encontré ahí delante, sentí de repente toda la presión sobre mis hombros. Fueron las peores cinco vueltas de mi carrera. Estoy muy feliz de que hayamos logrado esto juntos. Ferrari es un magnífico equipo, a cuya gente sólo se puede querer y admirar. Es maravilloso formar parte de este equipo. Sólo puedo dar las gracias a Luca Di Montezemolo, a Jean Todt, a Ross Brawn y a todos los demás. Son todos fantásticos. Gracias es una palabra demasiado pequeña para abarcarlo todo.

–¿Lloró tras cruzar la meta?

–Estaba muy emocionado y conmovido. Sí.

–¿Qué supone para usted haber igualado el record de cinco títulos de Juan Manuel Fangio?

–Lo que hizo Fangio no es comparable a lo que hicimos nosotros. Fue en una época completamente diferente y bajo circunstancias completamente diferentes. Sólo me alegro de haberlo alcanzado.

–¿Todavía tiene apetito para el sexto título?

–Sí, pero no por la razón que ustedes piensan. Me divierto manejando y quiero proporcionar tantas buenas carreras como pueda. Estamos en un momento tan bueno que podemos lograrlo otra vez.

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Schumacher cosechó unánimes expresiones de elogio y admiración por la obtención de su logro. Una enorme satisfacción mostró Gianni Agnelli, el presidente de Fiat, grupo al que pertenece Ferrari. “Schumacher es un gran campeón, y ahora espero que supere el record de Fangio y se convierta en el mejor piloto de todos los tiempos”, sentenció Agnelli, que aseguró no estar sorprendido por el pentacampeonato del alemán. 

“Con Michael somos un dream team y permaneceremos juntos por mucho tiempo, todos. La conquista del título aquí en Francia era algo que no habíamos imaginado. Ahora debemos dar el último paso, conseguir el campeonato de constructores”, afirmó Jean Todt, el director deportivo de Ferrari.

El escocés David Coulthard, piloto de McLaren-Mercedes y uno de los grandes derrotados de la temporada, dijo que “cinco títulos son una marca excepcional” y que Schumacher “merecía este nuevo logro”.

También Peter Sauber, dueño de la escudería Sauber y que tuviera como piloto a Schumacher hace diez años en coches Sport, se pronunció de manera similar: “Felicitaciones a Schumacher y a Ferrari por su histórica performance”. Y el austríaco Gerhard Berger, director deportivo de BMW, señaló: “Schumacher demostró una vez más estar en el lugar justo en el momento justo. No se puede sino felicitarlo”.

“Aparte de Michael, soy el hombre más feliz en Magny Cours. Ahora tomaremos una copa, volaremos luego a casa y festejaremos el domingo próximo en Hockenheim”, expresó por su parte Willi Weber, manager de Schumacher.

La esposa del campeón mundial, Corinna, señaló: “Creo que todavía no podemos darnos cuenta de lo que significa. Cinco veces... es una locura. Si a él lo hace feliz, también me hace feliz a mí”.

En un telegrama enviado poco después de conocerse la victoria, el canciller alemán, Gerhard Schroeder, felicitó a Schumacher por el “grandioso éxito en su ya de por sí extraordinaria carrera (...). En la Fórmula 1, usted ha roto todos los records y fijado nuevas medidas. Los felicito de todo corazón a usted y a toda la escudería Ferrari”, afirmó el jefe de gobierno.

Publicado en Página/12 el 22 de julio de 2002

16/6/21



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